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"HACER LO QUE DIOS QUIERE Y QUERER LO QUE DIOS HACE"

domingo, 10 de abril de 2011

DOCUMENTO APARECIDA


Los obispos reunidos en la V Conferencia General del Episcopado de América Latina y El Caribe quieren impulsar, con el acontecimiento celebrado junto a Nuestra Señora Aparecida en el espíritu de “un nuevo Pentecostés”, y con el documento final que resume las  conclusiones de su diálogo,   una renovación de la acción   de la Iglesia.

Todos sus miembros están llamados a ser discípulos y misioneros de Jesucristo, Camino, Verdad y Vida, para que nuestros pueblos tengan vida en Él

  En la senda abierta por el Concilio Vaticano II y en continuidad creativa con las anteriores Conferencias de Río de Janeiro, 1955; Medellín, 1968; Puebla, 1979; y Santo Domingo, 1992, han reflexionado sobre el tema Discípulos y misioneros de Jesucristo para que nuestros pueblos en Él tengan vida. ‘Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida’ (Jn 14,6), y han procurado trazar en comunión líneas comunes para proseguir la nueva evangelización a nivel regional.

Ellos expresan, junto con el Papa Benedicto XVI, que el patrimonio más valioso de la cultura de nuestros pueblos es “la fe en Dios Amor”.
  
Reconocen con humildad las luces y las sombras que hay en la vida cristiana y en la tarea eclesial.
 Quieren iniciar una nueva etapa pastoral, en las actuales circunstancias históricas, marcada por un fuerte ardor apostólico y un mayor compromiso misionero para proponer el   Evangelio de Cristo como   camino a la verdadera vida   que Dios brinda a los   hombres.

  En diálogo con todos los cristianos y al servicio de todos los hombres, asumen “la gran tarea de custodiar y alimentar la fe del Pueblo de Dios, y recordar también a los fieles de este Continente que, en virtud de su bautismo, están llamados a ser discípulos y misioneros de Jesucristo” (Benedicto XVI, Discurso Inaugural, 3).

 Se han propuesto renovar las comunidades eclesiales y estructuras pastorales para encontrar los cauces de la transmisión de la fe en Cristo como fuente de una vida plena y   digna para todos, para que   la fe, la esperanza y el   amor renueven la  existencia de las personas   y transformen las culturas   de los pueblos.

  Así se mira la realidad con ojos iluminados por la fe y un corazón lleno de amor, proclama con alegría el Evangelio de Jesucristo para iluminar   la meta y el camino de la vida   humana, y busca, mediante un  discernimiento comunitario   abierto al soplo del Espíritu   Santo, líneas comunes de una   acción realmente misionera, que   ponga a todo el Pueblo de Dios   en un estado permanente de   misión. 


CAPITULO VII

LA MISIÓN DE LOS DISCÍPULOS AL SERVICIO DE LA VIDA PLENA

Aquí se desarrolla una gran opción de la Conferencia: convertir a la Iglesia en una comunidad más misionera. Con este fin se fomenta la conversión pastoral y la renovación misionera de las iglesias particulares, las comunidades eclesiales y los organismos pastorales. Aquí se impulsa una misión continental que tendría por agentes a las diócesis y a los episcopados.



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